¿Por qué el mar hace olas?
Hace
mucho tiempo, una pareja de ancianos muy enamorados, vivían en una cabaña junto
al mar, quien, en esa época, no tenía olas, pues el océano estaba dormido, ya
que los ancianos paseaban todos los días por la costa, pisando la arena con
tanta suavidad que era casi como un masaje y le cantaban hermosas melodías a la
luz de la Luna, lo que calmaba al poderoso mar de la furia que lo carcomía por
dentro.
El
océano nunca había sido tan feliz en toda su vida, pues siempre había estado
solo, a pesar de las criaturas que vivían en su interior, sentía un gran vacío
dentro de sus aguas cristalinas, hasta que la pareja de enamorados llegó a
construir la acogedora cabaña en sus arenas, colocaron flores en pequeñas
macetas, peinaron la arena para crear dibujos en ella, recogieron las hojas de
las palmeras, y acomodaron pequeñas piedras brillantes por toda la playa que dieron
tanta vida a la costa que el mar bailaba de vez en cuando, al ponerse el Sol,
moviendo sus aguas de un lado para otro sólo para que les hicieran cosquillas
en los pies a la pareja. Sin
embargo, un día, los edificios comenzaron a crecer, las calles de asfalto
sustituyeron a las de tierra y el aire gris comenzó a esparcirse por todos
lados, negro y pesado, el cielo se oscureció hasta ya no ver ni un ave, el Sol
empezó a desaparecer, y una nube llena de ruido estremecedor y luces cegadoras
e interminables, se abatió con rudeza sobre la playa.
El
mar y los ancianos estaban aterrados, pero la nube no se detuvo, y las palmeras
cambiaron a enormes y espeluznantes muros de piedra, los ancianos se
debilitaban por cada ladrillo, por cada taladro, por cada respiración del humo
negro, el océano se movió con rudeza de un lado a otro molesto, gritando que se
detuvieran, pero no parecían escucharlo, lo ignoraban, y de pronto, los dos
ancianos cayeron al suelo, uno al lado del otro, tomando sus manos, sin vida. Las
aguas puras acariciaron sus rostros, fríos y pálidos. Se habían ido.
El
agua cambió de un tono azul marino, el suelo del fondo se movió con rudeza, y
las olas del océano despertaron con tanta furia y odio que se levantaron tan
alto que casi pudieron ver las nubes blancas por encima de las negras, y
arrasaron todo a su paso, el ruido, las luces cegadoras, el olor, y las vidas…
pero el mar estaba tan cegado en su dolor que no pudo ver con claridad las
pequeñas y cálidas luces entre la oscuridad, pronto todo se tragó,
encerrándolos en las profundidades de su ser. Cuando al fin se calmó se dio
cuenta de lo que había hecho, incluso había destruido la playa, las macetas, y
la cabaña, entre muchos enamorados más. El cielo lloró y limpió todo lo que
había destruido.
Desde
ese momento, el mar prometió moverse por siempre, haciendo música con sus olas,
para alegrar a la gente buena que lo visitaba y cosquillearle los pies, y a la
gente mala que se burlaba de él, los empujaba con rudeza hacia la arena o los
jalaba hacia dentro. A veces, sus aguas dejaban basura, lo que recordaba a la
humanidad lo peligroso e imponente que podía ser, pero también, dejaba tesoros
que se formaban en su interior, como pequeñas piedras brillantes hechas de
arena y espuma, para enseñarle a la humanidad, que podía ser bueno y hermoso,
por lo que tenían que cuidarlo y respetarlo.
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